El fallecimiento de la jubilada Elsa Ibáñez ocurre días después de la muerte de Araceli Julio, la artista que padecía cáncer, y al igual que Gómez, el gobierno las dejó sin sus medicaciones.
Elsa Ibáñez tenía un poco más de 60 años y vivía en la provincia del Tucumán, como tantas y tantos otros jubilados dejó de percibir el descuento total en muchas de sus medicaciones, entre ellas la que necesitaba para tratar su epilepsia, lo que decantó en un agravamiento de su cuadro y su posterior deceso.
El PAMI decidió como política devenida del gobierno libertario de Javier Milei hacer un profundo recorte, dañino y peligroso, en muchas de sus prestaciones, quizá la más sensible, quitar la gratuidad a una cantidad de medicaciones indispensables para jubiladas y jubilados.
María Dolores Vera, amiga de Ibáñez y militante del Centro de Jubilados “La Cigarra” y del Observatorio Nacional de Discapacidad, afirmó: “La dejaron morir. No es un eufemismo. El PAMI la asesinó”.
Vera había acompañado y asesoró a su amiga para hacer todos los trámites pertinentes y más que necesarios para recuperar la cobertura total de sus medicamentos, sin embargo, no sucedió, desde el organismo venían entregándole la medicación “cortada”, es decir, incompleta, lo que agravó el cuadro de Ibáñez.
Desde el Centro de Jubilados “La Cigarra” difundieron un comunicado en el que lamentan la muerte de Elsa: “Murió la compañera Elsa Ibáñez por falta de medicación. El PAMI le restringió los medicamentos. Era la esposa del compañero Rómulo, que todos los miércoles está en Plaza Independencia, pensionado por discapacidad. Es un genocidio del gobierno nacional y provincial. Nunca fueron escuchados.”
Desde que el PAMI hizo el ajuste y la DADSE dejó de funcionar ya son más de 60 las muertes contabilizadas, podría haber otras tantas más, y como nunca antes en los últimos 20 años el estado es el responsable.