Por Víctor Alvero.
Sorpresivamente y lejos de cualquier dato disparado por encuestadoras, el gobierno anarco libertario de Javier Milei se impuso categóricamente en las últimas elecciones. Provincias Unidas fue un fiasco electoral y dejó a dos de los gobernadores más poderosos del país en un estado de vulnerabilidad pocas veces visto. Llaryora Y Pullarlo, gobernadores de Córdoba y Santa Fe, pilares quizá del armado electoral, recibieron en sus territorios una catarata de votos en contra a mano de las y los libertarios, lo que sigue es por demás conocido, ante la debilidad en la que han quedado, se abre una nueva etapa en sus relaciones con la Casa Rosada.
Esta semana el presidente recibió a los gobernadores para llevar adelante la primera reunión después de las elecciones y luego de meses de enfrentamientos legislativos que decantaron en una puja electoral con varios de ellos, a la cita no fueron invitados Gustavo Melella, de Tierra del Fuego; Gildo Insfrán, de Formosa; Ricardo Quintela, de La Rioja y Axel Kicillof de la provincia de Buenos Aires. Sorpresivamente si asistió el gobernador de La Pampa Sergio Ziliotto.

Basicamente sucedió lo que debía suceder, Javier Milei, ahora fuertemente legitimado por el voto popular, puso sobre la mesa un acuerdo para avanzar en una reforma penal, tributaria y laboral, esta última, según el propio gobierno informó, con un gran consenso entre los presentes.
El gobierno va camino, y pareciera que la debilidad del campo opositor no será un dique de contención, a cambiar la estructura social del país, no a enmendar errores o modernizar la letra que nos rige, sino a cumplir su deseo de volver 100 años atrás, un país con ínfimos derechos. El proyecto de ley de reforma laboral que hoy circula es sin duda alguna poner fin al deseo de la y el trabajador a tener una movilidad ascendente en lo social y económico, algo que históricamente ha tenido como pilar y que se muestra en la basta clase media argentina como un signo de vitalidad y progreso, es decir, el resultado de los derechos laborales en nuestro transitar desde 1945.
Todo lo que nos rodea fue hecho hasta aquí, para nosotras y nosotros, por nosotras y nosotros, la clase trabajadora. Con momentos de goce (los menos) y momentos de crisis agobiantes, pero, aun así, resistiendo y soñando. Año tras año se logró tejer un andamiaje con vista al futuro y, vale la pena repetirlo una y otra vez, solo gracias a la clase trabajadora. Si es un hecho, tal como se lee repetidas veces, que en manos del poder financiero hay 400 mil millones de dólares, no es más que la prueba que si hay universidades, escuelas, hospitales, gasoductos, redes eléctricas, centrales nucleares y científicos altamente calificados en el triángulo del fin del mundo, no ha sido gracias precisamente a las y los especuladores.

Somos hoy para el mundo el mayor experimento económico y social llevado a la práctica a plena luz del día, delante de todo el planeta y desde el resultado del domingo, construido por todas y todos. Antes, hace casi 50 años atrás, los golpes militares a fuerza de gritos de terror, muerte y desapariciones, impusieron un plan económico letal y voraz que comenzó a erosionar el pulmón productivo en América Latina y de nuestro país. El plan económico diseñado en base a la corriente económica nacida en la Universidad de Chicago y que tuvo como referente central al Nobel de Economía Milton Friedman desembarcó en nuestro país producto de un golpe de estado, el poder hacerlo viable se logró gracias a la quita de derechos absolutos y una campaña del terror, literal. Al país esto le significó el cierre de más de 10 mil empresas, multiplicó la deuda externa por 4, pasando de 9 mil millones de dólares a 40 mil, con la pobreza lo mismo, pasó de el 16% al 40%, aquí vale hacer un alto y señalar que el primer golpe letal para las y los más vulnerables se dio en 1975 con Celestino Rodríguez al frente del palacio de hacienda y durante el gobierno de Isabel Perón, hasta allí la pobreza era solo del 6% y también es menester destacar que la decisión de don Celestino se inscribía en los nuevos aires que traía el neoliberalismo, ya presente en nuestro país hermano Chile con el sangriento Augusto Pinochet en el poder, es decir, la única manera para transformar las matrices productivas y de distribución de la riqueza en estas latitudes fueron de la mano de la violencia.

Aquel punto de inflexión que fue la dictadura cívico Militar en nuestra historia, dejó para siempre la avidez por el dólar y la organización de los poderes fácticos, que han seguido hasta hoy insistiendo en profundizar aquellas políticas económicas. Bien, pareciera que lo conseguirán en breve.
En la Argentina que viene, si prospera este proyecto de ley que se conoce y que es producto de la letra de la diputada santafesina Romina Diez, para las y los trabajadores menos calificados será de “sol a sol”. Ya lo es de hecho, para muchos sectores la jornada se ha extendido y crece el pluriempleo, sin embargo, las leyes vigentes exponen que este es el resultado por la impericia de quienes deberían propiciar políticas económicas para mejoras, para que no se necesita tener dos trabajos o para que no haya que estar sentado al volante 12 horas.
La reforma modifica también el otorgamiento de las vacaciones y el pago de la indemnización ante un despido sin causa, pero la extensión de la jornada es la que traerá cambios profundos en lo social y serán de todo tipo, desde el impacto en la matrícula universitaria, una caída del consumo, especialmente en servicios, y la continuidad de una baja en la natalidad, que a nadie pareciera preocuparle, pero que será en solo un par de décadas un dolor de cabeza.
Estas tres aristas que hemos puesto como ejemplos al tun tun del teclado, universidad, caída del consumo y natalidad, tienen como común denominador a las personas jóvenes, esta franja de la sociedad que hoy más sufre el desempleo y la que deberá transitar sus años más productivos con nuevas reglas de juego. Una jornada de trabajo de 12 horas no permitirá que la clase trabajadora pueda formarse académicamente, no existe manera de estirar las horas del día, perderá el país en el futuro miles de profesionales y encorsetará a las y los trabajadores menos calificados a una existencia sin movilidad social. La caída del consumo también podría ser un resultado de estos cambios y con la misma sintomatología, “12 horas de trabajo” y poco tiempo para ir al cine, al bar, a la cancha, a la juntada con amigos, golpe a una parte del comercio. Por último, y ya hemos avisado que es al Tun Tun del teclado, la imposibilidad de conformar una familia, de proyectar un futuro para las y los hijos. Si alguien entra a trabajar a las 7 de la mañana y sale alas 19, más una hora promedio de viaje, difícil será que pueda construir un futuro en familia y tener niños y niñas, las ausencias suelen ser profundamente perjudiciales para la crianza. Podemos decir entonces sin riesgo a equivocarnos que pasamos de abrir jardines maternales y salas de cuidados a votar un gobierno que propone una existencia donde trabajar sea “el todo”.
En 1947 el gobierno de Juan Domingo Perón publicaba el decálogo de los Derechos del Trabajador, una declaración de 10 puntos que servían para comprender el mundo del trabajo donde el ser humano es el fin y no un medio.

De estos 10 puntos destaquemos tres que seguramente nos servirán para comprender la magnitud del cambio que propone el gobierno anarco libertario de Javier Milei y la historia que, con el voto del domingo pasado, queremos dejar atrás.
Derecho a la capacitación: Acceso a la formación para mejorar las habilidades laborales.
Derecho al bienestar: Incluye acceso a vivienda, indumentaria y alimentación adecuadas, permitiendo vivir sin angustias y disfrutar de esparcimiento.
Derecho al mejoramiento económico: Posibilidad de un crecimiento económico y de mejores condiciones a lo largo del tiempo.
La frase “boba”: “Quiero dejarle a mis hijos un país próspero”, repetida hasta el cansancio por parte de las y los votantes de la derecha, se desploma ante la embestida contra las y los más jóvenes y en especial con aquellas y aquellos que vienen de familias trabajadoras, estos quedarán sujetos a una existencia lejos de aquella felicidad buscada en el período conocido como “estado de bienestar” y que aquí, en Argentina, condujo el propio Perón. Quizá, puede ser y andá a saber, esta aventura (y paradójicamente la palabra aventura no significa ir, sino estar de vuelta), de resultado y el país macroeconómicamente se ordene, pero el costo…

Pareciera que el Indio Solari siempre tienen razón, no importa cuando leas esto, “Vivir cuesta vida”, y costará muchísimo más si la reforma laboral libertaria logra convertirse en ley. Los gobernadores ya dieron el paso y todo se vuelve oscuro y tenebroso.
“Andás dando guerra y temblás,
gastándote en relámpagos.
Tu estómago gruñe
como enjaulado”
Gracias por leer.