Se cumplen tres años del intento de asesinato que sufrió la ex mandataria Cristina Kirchner en la puerta de su departamento en el barrio de la Recoleta.
El hecho sacudió a nuestro país y también al mundo, un día como hoy, pero de 2022, cristina transitaba el juico por la causa vialidad y las y los militantes habían dispuesto acompañarla, día tras día en la puerta de su casa en el barrio porteño de la Recoleta. Los medios hegemónicos celebraban el proceso y adelantaban, con lujos de detalles, cual sería la sentencia, como dando cuenta de su convivencia con el poder judicial.
Cristina llegaba a su casa a las 20:49 aquel viernes 1 de septiembre a su casa desde el Senado donde le había tocado presidir una sesión. Ocho días antes, más precisamente el 22 de agosto, el fiscal de la causa vialidad, Diego Luciani, había pedido 12 años de prisión para ella. Esto generó que miles de personas decidieran estar presentes en su casa para mostrar su apoyo y así se construyó una vigilia que fue creciendo jornada tras jornada.
Entre las cientos de personas se infiltraron Brenda Uliarte y Fernando Sabag Montiel como vendedores de copitos, ellos habían participado ya en distintas acciones violentas del insipiente libertarismo.
Mientras firmaba ejemplares de su libro Sinceramente a sus seguidores y sin percibir el peligro, Cristina tuvo frente a su cara una pistola Bersa del calibre 7.65 mm, con munición real en su cargador. El intento de asesinato quedó captado en vivo por las señales de noticias que se habían apostado en el lugar para cubrir la vigilia popular por su referente política.
El disparo no salió, según peritajes sobre el arma el error fue de Sabag Montiel, quien no montó la bala en la recámara como correspondía. Cristina está viva de milagro.
La reacción de la militancia fue instantánea, apresaron al atacante y este quedó detenido. Con el correr de las horas salieron a la luz varios videos donde se lo veía a él y Uliarte en jornadas anteriores en las inmediaciones de aquel lugar de residencia de Cristina.
Horas después una multitud cubrió las calles de la ciudad de Buenos Aires marchando hasta Plaza de Mayo, en el interior del país se multiplicaron las manifestaciones para repudiar el atentado. En lo político la reacción fue un disparate, una CGT más que timorata apeló a un comunicado, como lo hace siempre sin hacer mucho de nada y el presidente Alberto Fernández declaró aquel viernes 2 de septiembre no laborable.
Desde la derecha, a punto de transformarse en este libertarismo violento que hoy gobierna el país, se multiplicaron las burlas y distintas expresiones que ponían en duda la veracidad del atentado, algunos hasta aventuraban que fue una mentira para “victimizarla”.
Finalmente, la justicia decidió no buscar a ningún responsable ideológico, aun a pesar de las distintas sospechas sobre el papel que pudieron haber tenido, por un lado, la familia Caputo por haber financiado un grupo violento llamado “revolución Federal”, por el otro, a Gerardo Milman, diputado nacional más que cercano a la actual ministra de seguridad Patricia Bullrich a quien un testigo lo denunciaba por haberlo escuchado decir: “Cuando la maten voy a estar camino a la costa”.
Como la propia Cristina lo había adelantado el Lawfare se hizo efectivo, el juzgado la declaró culpable en diciembre de quel año, meses después la Cámara ratificó la sentencia y la Corte Suprema este año confirmó lo actuado con anterioridad por el poder judicial y Cristina terminó presa en su nuevo domicilio en el barrio de Constitución, además de proscripta cuando había anunciado su candidatura a diputada provincial en estas elecciones este próximo domingo 7 de septiembre en la provincia de Buenos Aires.
«Me quieren presa o muerta» había dicho Cristina por aquellos días. Hoy esta presa y viva… de milagro.