Por Ezequiel Arauz
Inabarcable, la estafa pública no sorprende. Es protagonizada por un tipo sin historia, sin afectos, sin patria, que no cree en nada más que exclusivamente en la ganancia a cualquier costo; un supuesto experto en tecno timba, que se encontró con una situación electoral inusitada tras el hartazgo de dos malísimos gobiernos consecutivos, a la salida de la pandemia, con las redes sociales influyendo como nunca, capitalizó con éxito enojos y llegó a gobernar munido de una motosierra, con el ideal soñado de un ajuste histórico mundial y la justicia social como un delito aberrante.
Calculamos que a nadie le parecía Milei muy ejemplar ni digamos «normal», pero si se mostraba como un genio de lo financiero. Un vivo de ese mundo, un impasable. Esa infalibilidad se murió el viernes y no volverá. Quedó un grupo de tuiteros sin respuestas ni línea frente a la primera crisis seria, una hermana indescifrable y cómplice, periodistas comprados peleándose entre sí. Muchos silencios, gestos de compromiso y reacomodos sordos, más o menos invisibles
Milei ya hacía estas estafas antes. El «problema» como explicó, es que ahora es presidente y no logra acostumbrarse. Milei cree que lo que hizo esta bien. El presidente estafador está convencido de eso. De ese convencimiento, su derrumbe.
El «círculo rojo» que integran los grupos económicos con intereses locales, con Clarín y Techint a la cabeza, y la determinante mafia judicial de la ficha limpia da muestras claras de reconfiguración en ciernes.

Ese bloque de poder que políticamente hoy expresa mejor Macri, lo empieza a tener en la mano y aprieta. Se vio después de que se filtrara (¿se filtró?) en TN – señal de Clarín – el crudo de la entrevista pactada, dejando al presidente desnudo, atontado, junto a Viale actuando de periodista no ensobrado y a Santiago Caputo salvando papas calientes que el exótico mandatario libertario ni siquiera registra.
La reacción del bloque de UP en diputados fue rápida, exigiendo juicio político haya o no haya votos, es políticamente correcta. Dependerá de otras fuerzas, de otros movimientos, todos juegan, habrá que ver, pero en principio es el camino. Límite claro.
Febrero ya había arrancado con una gran movilización de los colectivos LGTB y de diversidad, a los que el presidente castigo en un discurso, llamándolos pedófilos. Entrando en batallas innecesarias, sobreactuando un cipayo alineamiento con Trump. Esa marcha fue masiva.
Aun así, la movilización popular es la gran ausente de la etapa hasta aquí. Es esperable que la crisis aliente a más sectores a animarse a salir, con alguna expectativa de traerse una victoria.
Los movimientos populares están evidentemente golpeados por los ataques del oficialismo; las centrales sindicales, sobre todo la CGT, la más determinante, ha decidido dar tregua ante la ofensiva y todavía no se convierte en actor central de esta crisis, que se da con medidas económicas que golpean los ingresos de la mayoría de los sectores, paritarias pisadas, desocupación creciente, caída sostenida del consumo.
La estafa es obvia, innegable y golpea a Milei en lo que se suponía era su ámbito, la economía en general, la timba tecno financiera en particular. También lo debilita en lo que parece importarle más, que es su imagen exterior. Hasta acá no hay estrategia de salida ni discurso convincente.

Creemos que lo más probable es que no haya sido engañado, sino que haya sido participe directo de las cuantiosas ganancias de la estafa. Si no es así, si fue engañado como instalan, tampoco queda políticamente bien parado. La crisis recién arranca y está abierta. Es imposible prever sus consecuencias políticas y judiciales en lo local y en lo internacional.
Mientras la economía del país pende de un hilo, la estafa Libra es una metáfora perfecta de sus principales ejes. Timba, como ruleta rusa, dólar barato y achicamiento total de la economía. El trabajo y la producción no son ni palabras para Milei. La redistribución de la riqueza mucho menos. Toto Caputo es experto en chocarla. No está ahí y no trabaja para el interés argentino. Difícil que garantice algo distinto.
Desde la oposición debemos representar y organizar. Cristina viene planteando temas de debate sin repuestas visibles. Sigue siendo la figura más relevante para oponerse, para construir un límite. Para liderarlo. Es garantía de eso. Ganará en presencia. Vendrán quienes quieran correrla. Siempre estuvieron, están y se renuevan. Sin ella no habrá alternativa popular posible. Se sabe.
Hay un gobierno cuya figura central está sumamente desgastada, que buscará renegociar con aliados a los que despreciaba, reformularse e incluso seguir haciendo daños, pero que ha perdido proyección y potencialidad, que se desmorono en su credibilidad más elemental, dejando paso y margen a disputas por el futuro.