Las y los trabajadores del Hospital Nacional de Pediatría hicieron sentir ayer la desesperación por su futuro, con bajos sueldos y recortes al extremo, el hospital insignia en pediatría de nuestra Patria al borde del colapso.
La crisis es desesperante para las y los trabajadores del Garrahan, mucho más claro, para las familias que tienen a sus niñas y niños, muchas y muchos con enfermedades terminales, transitando momentos de zozobra ante el avance de la feroz motosierra.
Recortes brutales en los salarios de las y los trabajadores, un enfermero, a modo de ejemplo, con 10 años de antigüedad no llega a tener unos 900 mil pesos por mes, los residentes llegan a tener una carga horaria de hasta 70 horas semanales y su retribución no supera los 700 mil pesos. A esto se suma los profundos recortes en el presupuesto, construido en un 70% con aportes nacionales y en un 30% por los del gobierno porteño, los dos ajustados a estos tiempos. En el caso del gobierno nacional con dos años consecutivos con el presupuesto congelado y en el caso del gobierno porteño con actualizaciones mínimas, aun cuando informan que los desembolsos han llegado en tiempo y forma al hospital, completamente insuficientes y demostrativos de una política de vaciamiento del sector público de salud.
En este contexto, y casi como una provocación, hace solo dos semanas atrás, el presidente Javier Milei anunció que está preparando una obra de teatro, que tendrá un componente audiovisual filmado en el muro de los lamentos en Jerusalén, con rubias voluptuosas y donde se representará un juicio al capitalismo, donde el jefe de estado sería su abogado, todo este esfuerzo y lo recaudado iría para ayudar al hospital, una provocación sin perdón para una realidad donde las familias de las y los niños que son pacientes del hospital ponen día a día en riesgo sus vidas.